martes, 25 de diciembre de 2018
CAPITULO 4
Apenas había salido del vado de Ramon, Paula empezó a sentirse culpable. Se había dejado llevar por su temperamento, algo inaceptable en una invitada. Y había dicho cosas horribles sobre Pedro Alfonso. Cuando recordó lo que le había llamado se ruborizó. Su lengua iba más deprisa que ella misma en ocasiones, aunque se mereciera todos aquellos calificativos. La idea de que podía tener más motivos que el puramente amistoso para mantener una relación con su tío le parecía repugnante. Pero no tenía derecho a criticar a su sobrino por desconfiar.
Sólo cabía hacer una cosa, disculparse. Pensó en dar la vuelta y pedirle perdón, pero estaba haciéndose tarde y probablemente ya habrían empezado a cenar. Además, tenía que corregir exámenes y hacer un montón de cosas antes de Navidad. En resumidas cuentas, tenía cientos de razones para posponer su disculpa hasta el día siguiente. Pero entre ellas no estaba la cobardía.
Cuando llegó a su pequeño dúplex en la calle Church, Paula ya tenía una idea bastante aproximada de cómo iba a disculparse. El día siguiente era sábado, un día perfecto para ir a casa de Ramon para ayudarlo con el árbol de Navidad. Y entonces aprovecharía para arreglar las cosas con Pedro Alfonso.
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