martes, 25 de diciembre de 2018

CAPITULO 18





A la mañana siguiente, Ramon no necesitó pensar mucho tiempo para saber lo que había sucedido. La expresión de Pedro lo decía todo.


—La rechazaste, ¿verdad? —preguntó, mirándolo por encima de la taza.


Pedro no estaba de humor para hablar.


—¿Te has pasado toda la noche espiando? ¿O estabas pensando en otro plan para unirnos?


—Bueno, bueno, el truco de las cebollas tuvo éxito, ¿no te parece?


Pedro intentó controlar su mal humor. No había podido dormir en toda la noche, pero no había razón para enfrentarse de aquel modo a su viejo y enfermo tío.


—No quiero que te lleves una decepción, pero tampoco deseo darte falsas esperanzas. Paula es una mujer encantadora, y estoy seguro de que conseguirá un hombre que la merezca. Pero yo no soy ese hombre —espetó, levantándose para retirar los platos de la mesa—. Creo que será mejor que nos concentremos en arreglar todos tus asuntos antes de Navidad.


—Lástima, no me habría importado asistir a una boda.


—Pues tendrás que buscar otra cosa en la que pensar.


—Puede que sí. Sin embargo, no estoy dispuesto a rendirme.


Ramon pasó el resto del día haciendo todo lo posible para irritar a Pedro, fumando donde pudiera descubrirlo, negándose a jugar al ajedrez o a las damas y haciendo ruido en la cocina cuando Pedro se fue a la cama para que tuviera que levantarse y lo descubriera bebiendo whisky.


—Tío Ramon, ¿qué puedo hacer contigo? —preguntó su sobrino, quitándole la botella.


—Hacerme feliz. Llama a Paula e invítala al menos a cenar.


—Tío Ramon…


—Nunca sabrás lo que es el amor si no le das una oportunidad.


Pedro no mencionó que él tampoco se la había dado. Lo cogió del brazo y lo sacó de la cocina.


—Vamos a la cama, tío. Debes estar cansado después de todo lo que has hecho hoy.


—Bueno, es cierto que estoy cansado, ahora que lo dices —comentó, dejando que lo llevara a su dormitorio—. Si oyes cantar a esos malditos conejos, diles que se marchen. Aún no tengo intención de morirme.


Pedro sonrió.


—Lo haré. Buenas noches, tío Ramon.



No hay comentarios:

Publicar un comentario