martes, 25 de diciembre de 2018

CAPITULO 11





Paula hizo un esfuerzo para no llorar. Nunca se había sentido tan derrotada.


—¿Qué voy a hacer? —susurró.


El alegre día que había imaginado se había esfumado por completo. Ramon estaba en la cama, esperando que surgiera entre ellos un amor imposible. Pedro se encontraba en el granero, probablemente planeando alguna horrible venganza; y ella tenía que decorar sola el árbol. Nada de aquello habría ocurrido si se hubiera quedado en casa o si se hubiera limitado a hablar con Pedro por teléfono para disculparse.


Pero por otra parte, de haberse quedado nunca la habría abrazado. Se preguntó cuánto tiempo permanecería en el granero, y si volvería a tocarla.


—Deja de soñar despierta. Decora el árbol y márchate —se dijo.


Cogió la caja que estaba en lo alto del armario y separó las luces del árbol de las bolas y todo lo demás. Al menos se sentiría un poco mejor cuando empezara a hacer algo.


Pedro aún no había regresado. Supuso que no tardaría mucho en desenganchar al animal. Pero en todo caso no debía preocuparse por ello. Lo que tenía que hacer era dirigirse a la cocina para prepararse un buen té y regresar después para terminar su trabajo.


Pedro desenganchó al burro, lo cepilló y lo metió de nuevo en su corral para que comiera. No tardó demasiado en hacerlo. Sabía que Paula aún no habría terminado de decorar el árbol, pero se preguntó de todas formas si seguiría en la casa. Podía hacer dos cosas, volver con ella o subir al piso superior. Y eligió la salida más fácil.


Subió a la parte de arriba del granero y miró hacia la casa, en busca del coche de Paula. Aún estaba allí. Después se sentó con las piernas cruzadas, esperando. Se estaba tan bien que empezó a sentir sueño. Pensó que podría echar una pequeña siestecita y olvidarse de todo aquello.


Permaneció unos veinte minutos sobre el heno, pero Paula no salió de la casa. Entonces se incorporó y se limpió los pantalones. No sabía qué estaba haciendo. Era un hombre maduro. Si sus compañeros de trabajo lo hubieran visto comportándose de aquel modo se habrían muerto de risa.


Sólo había una cosa que pudiera hacer: regresar a la casa y arreglar todo aquel asunto de una vez por todas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario