martes, 25 de diciembre de 2018

CAPITULO 17




Paula estaba temblando cuando llegó a su casa. 


Se sentía como si todo su cuerpo estuviera en ebullición. Pedro la había rechazado, pero no se arrepentía. De haber podido estar de nuevo en el granero, le habría vuelto a declarar su amor. 


Creía en la verdad.


En cuanto entró se abrazó a sí misma. Tenía que existir un modo que conseguir al hombre que amaba. Cocinaría dulces hasta que lo lograra, y le llevaría comida hasta que cediera.


Lo abrazaría y se declararía a él una y otra vez hasta que respondiera.


De repente sintió que las piernas no la sostenían. Era una mujer muy obstinada, pero ni toda la fuerza del mundo conseguiría que Pedro la amase. El amor era cosa de dos.


Decidió comportarse como la mujer de treinta años que era, dedicándose a sus responsabilidades y alejándose de Pedro Alfonso a la espera de que ocurriera un milagro.


Se quitó la ropa, la dejó en la cesta del cuarto de baño y se metió en la cama, sola.



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